Me quieres emborrachar para follarme, ¿verdad?
La respuesta era obvia, quería que el muchacho se sintiera desinhibido para que así le resultase más sencillo. Era su sobrino, pero aun así el maduro se sentía atraído por él y quería conseguirlo. En cuanto vio su sonrisa se acercó a él con su rabo fuera y le hizo una mamada. Luego ambos se desnudaron y fue en el sofá donde, poniéndolo a cuatro patas, se la metió dentro de su culo. Ninguno de los dos había tenido nunca una experiencia sexual como esa, para ellos fue increíble tener sexo aunque los dos fueran familia. Pero aquello sabían que acabarían repitiéndolo.