El maduro decía ser hetero, pero lo puse a cuatro patas
No hay hombre hetero que se resista a un jovencito, de eso no cabe duda. Él era maduro y además estaba casado, pero al verme vi como sonreía, en realidad yo le gustaba. Estuvimos allí en su casa bebiendo unas copas y nos pusimos contentos. Me confesó lo mal que le iba con su esposa, pero yo ya lo sabía. Nos lanzamos finalmente y comenzamos a besarnos, pero poco después estábamos desnudos. Fue precisamente aquél hombre el que comenzó a comerme la verga, me sorprendió. Un rato después se colocaba a cuatro patas para sentirme dentro de él, yo por supuesto lo hice, ese tío me ponía demasiado cachondo. Se la metí y me lo follé. El cabrón disfrutó bastante más que con su esposa.