un concurso de pulsos demasiado duro
Era el día de la competición. Llevaban varios meses preparándose para participar en el concurso estatal de pulsos y habían quedado para desayunar juntos antes de ir para allá. La tensión acumulada en los días previos había sido mayúscula y sus musculados cuerpos dijeron «basta». Tenían que soltar toda esa tensión antes de la competición si no querían quedar eliminados a las primeras de cambio. Antes de dirigirse al concurso tuvieron que calentar con un brutal pulso de sables.