Tú no pares aunque me duela
En muchas ocasiones, cuando estamos follando con nuestras respectivas parejas tendemos a confundir los gemidos de placer con quejas de dolor. Eso mismo les pasa a estos dos jovencitos que cada vez que echan un polvo parece que estén grabando escenas de sado porque en lugar de gozar de placer parece que gocen de dolor. Los vecinos deben quedar absortos cuando los oyen follar.