Torero empitonado por un buen macho
Ese hombre español era torero, toda una fantasía para cualquier hombre que quiera disfrutar del morbo. Allí en la azotea fue donde sucedió todo, al aire libre como tiene que ser. Empezaron a desnudarse y el torero se agachó para comerle la polla. Quería ver su rabo, las orejas no hacían falta, le gustaba verlo así de duro y no paraba de comérselo. Poco después aquél hombre lo empitonó por detrás, pero esa si era una cogida de esas que a él le gustaban. Disfrutaron del sexo como dos buenos viciosos sin importarles si alguien podía verlos o no.