Si lo hacemos no creo que sea pecado
Por fin su sobrino se había iniciado y ya formaba parte de ellos. Él era sacerdote y le gustaba ver al muchacho vestido con su túnica, solo que tal vez aquello hizo que le gustara más de la cuenta. Sintió como su polla se ponía dura nada más verlo así. Le tocó la barbilla y le propuso hacer algo para lo que no estaba preparado, pero que sin embargo si le daba morbo. Le dijo que aquello no era pecado, para que se tranquilizara, y mientras se lo decía tocaba una de sus piernas hasta llegar al paquete del muchacho. Eso hizo que el jovencito también se calentara y se pusiera duro, por lo que no tardó en buscar la polla de su tío y así metérsela en la boca para chupársela.
También su tío probó el rabo del jovencito y su ano, hasta que le dijo que se tumbara sobre la mesa de su despacho. No era el primero que se tumbaba en esa mesa, pero él no lo sabía. Lo que si iba a saber era lo que se sentía al tener dentro el rabo de su tío. Se lo folló sobre la mesa y estuvieron un rato hasta que su tío, totalmente desnudo, se tumbó sobre la mesa para acabar corriéndose. Su sobrino lo miraba sonriendo, era todo un vicioso el cabrón.