El padre de mi mejor amigo siempre me daba placer
Estaba en casa de mi mejor amigo, pero en esta ocasión no era para estar con él, era para estar con su padre. Ese maduro siempre se me había insinuado y yo lo deseaba. Su cuerpo peludo y gordo le hacía ser todo un oso, y eso me encanta. Los dos en la cama nos fuimos desnudando y él me hizo una mamada, sabía como comérsela desde luego. Tras jugar con nuestras vergas quisimos empezar a follar, pero como él estaba tan gordo nos costó un poco al principio hasta que encontramos la mejor postura. Al final me puso a cuatro patas y pude sentirlo detrás de mi follándome hasta que al final se corrió encima mio.